martes, 15 de octubre de 2013

BLUES


Cuando cerró la puerta, al marcharse él, se apoyó de espaldas a ella y entornó los ojos rememorando. Inclina un poco la cabeza y sonríe de manera casi imperceptible. 

Poco a poco toma contacto de nuevo con su realidad, con su entorno; con un ligero impulso se separa de la puerta y avanza lentamente por el salón, se acerca al sofá, coloca los cojines y recoge una pequeña manta que ha quedado arrugada sobre el asiento, la acerca a su cara e inspira suavemente, la dobla con mucho cuidado, de forma meticulosa, perfecta, y la deja sobre el respaldo.

Va a la cocina y se prepara una infusión, con la taza entre las manos se acerca a la pequeña mesa que utiliza como escritorio, enciende los altavoces del ipod y el ordenador.

- Escribe algo sobre mi color, anda... – había dicho él antes de marcharse. 
Así que, se sienta y comienza a teclear:

“Hoy, te iba a hablar del naranja, del anaranjado de las puestas de sol, de aquella, en concreto, en el Parque del Templo de Debod que tengo grabada a fuego en mi recuerdo, del naranja del horizonte, de ese tono cálido, tan cálido... pero no, me has pedido que te hable sobre el azul y así lo haré.

El azul de tus ojos, por ejemplo, del cielo de Madrid, del de mi mar, de tu color.

Pero hay una curiosidad, verás: Resulta que estos dos colores, mi naranja y tu azul, son contrarios o complementarios, se sitúan, de hecho, diametralmente opuestos en el círculo cromático. El azul es un color primario, el naranja es secundario y se compone de los otros dos primarios, el rojo y el amarillo, esa es la explicación. 

Hace bastante tiempo, en una ocasión, oí decir que un ordenador había calculado unos cuatro millones de tonos azules, imposible saber si eso puede ser cierto o no, imposible, igual que es imposible saber tantas otras cosas ¿no?

Si me preguntaran a mí, el azul comienza en el celeste de tu mirada y acaba en el ultramar intenso de mi Atlántico, en medio quedan, el azul de las turquesas, el azul del agua de la piscina, el azul Prusia que es el que utilizo en mi paleta como básico, el cobalto o añil de los azulejos andaluces y muy parecido a este, más oscuro, más parecido al lapislázuli, el azul que patentó Yves Klein, un artista francés que se empeñó en reflejar en sus obras el infinito cósmico, que, al fin y al cabo, eso es el azul: el infinito cósmico...

Dicen de este color que es pureza, espiritualidad, que es el color de lo divino, de lo eterno. De hecho, para el arte de todos los tiempos siempre ha sido el reflejo de los valores más elevados...”

Deja de escribir, se recuesta en el respaldo de la silla dejando caer los brazos a los lados, mientras mueve lentamente el cuello y piensa en la tarde que ha vivido, que está viviendo, está un poco azul tirando a gris, es decir, una tarde llena de matices.

Se concentra en la música que suena en ese momento justo, algo de “blues”. No puede escribir más por hoy, mañana seguirá, ahora guarda el documento, apaga el ordenador, cierra los ojos, y escucha, sólo escucha esta preciosa música azul, canta Gary Moore ”Still Got the Blues”.


(No os perdáis esta maravillosa canción, sólo dad al "play" y relajaos)

Marian


Editado para quitar una tilde de más. Gracias a mi estimado @gassoft 



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lunes, 7 de octubre de 2013

HACE TANTO TIEMPO


Sí, hace mucho tiempo que no paso por aquí, tanto que ya no recuerdo...

La última vez que vine, estabas tú, apoyado en esa mesa, esperando. El ambiente era cálido e invitaba a entrar, fuera hacía frío. Sonreíste, siempre que me veías lo hacías y me contagiabas el gesto, era inevitable.

- ¿Qué quieres tomar?

- Un Tanqueray con tónica

- No es mal aperitivo...

- No, es excelente. Probablemente el mejor - y volví a sonreír con esa sonrisa torcida que tanta gracia te hace, a ti te tembló la ceja. Son nuestros tics.

- Cuéntame algo, anda... 

- ¿Sabes que siempre hablas con puntos suspensivos al final de las frases? - y mientras te lo decía era consciente de que yo tenía tendencia a perderme en ellos y me gustaba. Me quedaba, efectivamente, “suspendida” en esos deliciosos puntos.

- Nunca me lo habían dicho, eres la primera...

- La primera... - ahora la que terminó con puntos suspensivos fui yo, sonreí de nuevo, sacudí la cabeza y cambié de tema, me convenía - Y ¿qué quieres que te cuente?

- Lo que tu quieras, sabes que me gusta escucharte, aunque leyeras la ley de propiedad horizontal... - arrancaste mi carcajada, reímos juntos. Me gustaba esa sensación por muy tonta que pareciera a ojos ajenos. Al fin y al cabo ¿qué nos importaba a nosotros?

Ahora recuerdo todo aquello y reconozco que me gusta. Y me doy cuenta de que realmente ha pasado mucho tiempo, tanto...

Y ahora regreso aquí, me has pedido que vuelva, seguramente para que te cuente algo.

Aquí me tienes, aquí mismo... Y ahora ¿qué quieres que te cuente?




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