martes, 29 de noviembre de 2011

TINTA CHINA EN MI CABEZA

Hoy se pone a escribir, sin saber muy bien de qué va a tratar... Piensa...

La sensación que tiene es que acumula demasiada tensión después de las ausencias y no sabe canalizarla, como tampoco sabe como tratar y dominar la propia sensación de ausencia.

Ese “no parar nunca en su cabeza”, es complicado, y, si lo piensa fríamente, también inexplicable. ¿Por qué no deja de pensar unos instantes?, todo sería más fácil. Debería intentar dominarlo mejor, lo tiene que intentar... No puede mantener esto en el tiempo, tendrá que “normalizarse” en algún momento.

Y, de nuevo, se encuentra poniendo grandes dosis de voluntad, cuando ella sabe bien que adolece, precisamente, de una terrible falta de ella... ¡Totalmente incorregible!

Recuerda que, una vez, hace mucho tiempo, escribió un relato corto que se titulaba “Tinta china en mi cabeza”, desde entonces, utiliza esa expresión para situaciones como las que vivió anoche.

Es justo esa la impresión que tiene: que un frasco entero de tinta china se vuelca en su cabeza...

“Si coges un papel grande, blanco, limpio y lo estiras sobre una mesa, queda perfecto ¿verdad?...

Bien, ahora coge un frasco de tinta china, la negra, la genuina y lo sitúas en el centro del papel, entonces le das un pequeño golpe y lo vuelcas... ¿Qué ocurre? Observa y verás.

La tinta, espesa, negra, totalmente opaca comienza a esparcirse, a extenderse, despacio, muy despacio, lenta pero inexorablemente por el blanco del papel, tornándolo, inmediatamente en el negro más profundo...

Y no intentes mover el papel, no intentes pararlo, mejor déjalo estar, porque la tinta, teñirá todo, no hay remedio, es así, y si lo intentas evitar doblando el papel o arrastrándolo, posiblemente, será peor y manches también la mesa en donde estaba apoyado... Sería mucho peor, créeme...”

Pues eso es lo que le ocurre a ella, a veces, un gran tintero se vuelca en su cabeza, y todo se tiñe de negro y no consigue ver nada, nada, y si intenta controlarlo... nada mejora, es preferible dejarse llevar, es un estado de extraña zozobra melancólica, que logra pellizcarla en lo más profundo, pero está acostumbrada y sabe que pasará, pasará... siempre acaba pasando...

sábado, 12 de noviembre de 2011

ACOMPÁÑAME A ESTAR SÓLO...

Cogió la bolsa de deporte y salió a la calle, se ajustó los auriculares del ipod y comenzó a caminar, iría andando tranquilamente... Le gustaba ese corto paseo hasta las instalaciones deportivas, de alguna manera ya iba preparando su mente. “Acompáñame a estar solo, a purgarme los fantasmas... a meternos en la cama sin tocarnos...” Sonaba esa bonita canción, y ella, con la mente aun en blanco la tatareaba casi imperceptiblemente.

Entró, se dirigió al vestuario, dejó la bolsa en un banco de madera y se sentó al lado. Comenzó a desatarse los cordones de las deportivas... “Acompáñame al silencio de charlar sin las palabras, a saber que estás ahí y yo a tu lado... Acompáñame a lo absurdo de abrazarnos sin contacto, tú en tu sitio, yo en el mío, como un ángel de la guarda...”

Se quitó la cazadora y la camiseta, guardó el ipod, después se quitó los vaqueros, llevaba debajo el bañador, uno azul marino y celeste, de competición, que le hacía los hombros aun más anchos, se puso el gorro, lo odiaba, pero era obligatorio y además se nadaba mejor con él... Cogió las gafas para nadar y la toalla, cerró la bolsa y se fue a la piscina. Una ducha de agua fría, hizo dos ejercicios rápidos de estiramiento y, al final, ya muy cerca del borde, con los dedos de los pies ya fuera, sin apoyar, hizo dos giros con la cabeza acercó la barbilla al pecho y siguiendo el sentido de las agujas del reloj hizo un giro completo y luego otro, en sentido contrario.

Después miró hacía el agua y perdió su mirada en ella, tenía los brazos caídos a los lados, de repente, los elevó un poco a la vez que hacía un gesto como de ponerse de puntillas, se adelantó un poco, tensó el cuerpo y se lanzó de cabeza...

Ese momento era... sublime.

Casi tocando con el torso el fondo continuó buceando, le gustaba hacer eso, cruzar la piscina por debajo del agua... esa pequeña apnea, ese último esfuerzo justo antes de llegar al otro lado y salir a la superficie, veloz... y, entonces, respirar, por fin...

Y, sin parar, comienza a nadar, de momento, a braza... “uno... uno... uno...“ va contando los largos, como si fuera un mantra, y la mente, mientras, vuela sola. Es un ritmo ágil, ni muy rápido, ni muy lento.

La natación ha sido el único deporte que ha practicado con asiduidad y a lo largo del tiempo, desde que era una niña hasta ahora... siempre le gustó... incluso cuando entrenaba, era duro, pero no le importaba, el agua lo salvaba todo...

“Cuatro... cuatro... cuatro...” continuaba, “Acompáñame a decir sin las palabras lo bendito que es tenerte y serte infiel solo con esta soledad...” Seguía con la canción en la cabeza, la verdad es que por eso adoraba nadar, conseguía ese estado de abstracción en el que pensaba sin pensar...

Su mundo real se quedaba fuera, pero una vez sumergida en la piscina quedaba imbuida en ese otro mundo que ella se había creado... “Nueve, nueve, nueve....” y que sólo existía en su cabeza y en gran parte de su corazón.

“Acompáñame a quererte sin decirlo, a tocarte sin rozar ni el reflejo de tu piel a contraluz...”  Esa frase era sublime, desde el primer día que la escuchó, la sintió como propia, se le clavó en el corazón... “a quererte sin decirlo” y “a tocarte sin rozar ni siquiera el reflejo de tu piel”... aún lo recuerda, se le saltaron las lágrimas “Veintidós... veintidós... veintidós...” tan cercana la sintió.

Aquella época en la que lo había pasado tan mal, en la que se sintió abandonada, decepcionada “Treinta y seis... treinta y seis...” Sufría soledad y miedo, aunque intentaba mantener la compostura...

Siguió pensando, recordando, contando los largos “Cincuenta... cincuenta...” y musitando algunos retazos de la canción que se le había quedado grabada en la cabeza...

“Acompáñame a estar solo para calibrar mis miedos, para envenenar, de a poco, mis recuerdos, para quererme un poquito y, así, quererte como quiero. Para desintoxicarme del pasado... Acompáñame a estar solo”

Cada vez se sentía más ligera, más relajada, más feliz. Para romper un poco el ritmo, de vez en cuando, cambiaba de estilo pero sin parar a descansar ni un segundo (no parar era, precisamente, el reto), crol, espalda, mariposa... “Ochenta y tres... ochenta y tres...” y volver a braza, de nuevo... a respirar, otra vez, más tranquila.

“Ciento trece, ciento trece...” Estaba a punto de acabar y se sentía menos cansada que cuando empezó, hace casi una hora... “Y si se apagan las luces, y si se enciende el infierno y si me siento perdido se que tú estarás conmigo con un beso de rescate... Acompáñame a estar solo”  Ese deporte era su rescate, su propia tabla de salvación, y esa agua, tan azul, era su pequeño mundo secreto...

M.G.B.


jueves, 3 de noviembre de 2011

Aquí estoy...

Hace un tiempo tuve algo parecido a un Blog… un espacio al que llamé “Mi cajón desastre” Sí, uní las palabras “de” y “sastre” para darle el significado idóneo…

Aquel espacio, debido a mi timidez de la época y a mi falta de autoestima era casi privado, tan solo unas pocas personas tenían acceso a él.

Lo fui abandonando, al igual que fui dejando a un lado mi timidez y la absurda falta de confianza en mi misma. Sin duda los años cumplidos me han ayudado en esta tarea. Ya no quiero castrarme a mi misma…

Así que, aquí estoy de nuevo. Ante un folio en blanco, sintiendo el mismo vértigo que siento ante un lienzo en blanco, sí, soy pintora, me gusta definirme así, porque es lo que siento que soy.

Seguramente es lo único que sé hacer con cierta dignidad, me gustan los colores y adopté como mía, y desde el más profundo respeto, una frase de mi admirado Paul Klee:

"El color me posee, no tengo necesidad de perseguirlo, sé que me posee para siempre... el color y yo somos una sola cosa. Yo soy pintor."

Pues eso: Yo soy pintora

Esa es mi pasión y aunque ahora esté en dique seco, aunque ahora mis pinceles callen, no sé hacer otra cosa.

También me gusta escribir, debe de ser esa atracción por los espacios en blanco, tal vez… Llenar folios de palabras me ha gustado siempre, sin embargo soy consciente de que eso no lo hago especialmente bien. Pero es mi ejercicio, mi deseo, mi voluntad de exorcizar, de expulsar fantasmas.

Pero también es una forma de manifestar mi amor sin límites a las palabras, antes he dicho que me gustan los colores, bien, pues también me gustan las palabras. Colecciono palabras…

Y, esto, quiero que se convierta en un tributo a mi padre, el hombre que me enseñó a buscarlas en el Diccionario. “Si te digo yo el significado, lo olvidarás muy pronto, si lo buscas en el diccionario es más fácil que lo recuerdes siempre”, eso me decía y se lo agradeceré toda la vida.

El hecho de buscarlas, además, me ayudó a CONTEMPLARLAS, con todo lo que ello lleva implícito…

Amo las palabras y, en este espacio que hoy abro, jugaré con ellas, intentaré ordenarlas y que formen un conjunto congruente que “diga” algo…

Algunas de las cosas que dejaré aquí ya están escritas hace tiempo, serán recuperadas y modificadas. El tiempo pasa por todos, incluso por los escritos…

Esta soy yo y aquí estoy…

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